¿Está la gente realmente concienciada de la solidaridad social?

Nuestra sociedad ha avanzado considerablemente en muchos aspectos de la vida. En cuanto a la forma de pensar, podríamos decir que antiguamente no había mucha apertura de mente y no se respetaba a muchos colectivos y grupos sociales que, desde luego, no creo que llegaran a sentirse apoyados por la solidaridad del prójimo.

 

Actualmente, tras haber evolucionado, contamos con el respeto de la mayoría de personas pero ¿realmente nos ponemos siempre en el lugar del otro?

Estadísticas ofrecidas por la Universidad de Oxford nos enseñan que más de un tercio de la población mundial sufre hambre y penurias de lo más variado. Si tan solidaria consideramos nuestra sociedad, ¿por qué sucede este hecho? ¿por qué con la gran cantidad de recursos que tenemos no se erradica este problema?

 

Actualmente, en la sociedad en la que vivimos es muy frecuente prestar atención solo a los problemas que nos incumben, solo a las cosas que nos interesan, cuando nos benefician, y nos centramos en nosotros mismos sin darnos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor. Queremos solidaridad cuando la necesitamos, pero no cuando la necesitan otros, y la empatía hoy en día brilla por su ausencia.

La solidaridad se puede ejercer de muchas maneras, para llevarla a cabo no solo es necesario colaborar económicamente. No todas las personas pueden realizar grandes acciones o donaciones económicas relevantes a favor de causas como la del hambre en el mundo, pero no por ello no pueden ser solidarias. Todo lo contrario. Para ser solidario tenemos que contribuir con nuestras acciones diarias a hacer de este mundo un lugar más respetuoso, humano y habitable. Podemos ayudar con pequeños gestos a personas necesitadas, respetar todo cuanto nos rodea, ser empáticos con los demás, tolerar y comprender, y cada uno poner nuestro granito de arena.

Si el mundo fuera realmente solidario, viviríamos en un ambiente mejor, sin luchas entre clases, con paz y sin rencores. El sufrimiento de los más necesitados sería más leve y nuestra felicidad mayor. Toda buena persona es capaz de desarrollarla,  solo hay que extender y poner en práctica esta idea: “Es posible que ayudar a una persona no cambie el mundo entero, pero sí puede cambiar el mundo de una persona”.

Isabel Delgado Corderch

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