2021: AÑO DE VACUNAS

EL SARS-COV 2: UN TIPO DE CORONAVIRUS

Un Coronavirus es una cadena de material genético (ARN) recubierto de una membrana de proteínas que la protegen y de la que sobresalen otras proteínas que le ayudan a unirse a las células humanas y entrar en ellas. Los Coronavirus reciben su nombre porque visto con microscopio se asemeja a la corona (atmósfera) solar.

El SARS-COV-2 es uno de los muchos tipos de coronavirus que habitan con nosotros. Este en concreto se une a las células humanas usando la proteína ACE2, situada en la superficie exterior de las mismas. El virus encaja su proteína S en la ACE2 como una llave en una puerta. Una vez dentro utiliza la maquinaria celular para producir entre 10.000 y 100.000 copias de sí mismo que se lanzan a
infectar nuevas células.

Cada vez que sucede este proceso la célula invadida es destruida y esto es lo que puede producir la neumonía y el resto de síntomas de la enfermedad Covid-19.

SABÍAS QUE…

Hay cientos de coronavirus, la mayoría de los cuales circulan entre animales como cerdos, camellos, murciélagos y gatos. ¡¡El ancestro común de todos los coronavirus tiene más de cinco mil años de antigüedad!!

Existen 7 tipos de coronavirus que pueden infectar a seres humanos. El último descubierto es el SARS-COV 2 El primer coronavirus humano fue descubierto en los años 60 en Chicago (EEUU)

Estructura esquemática del SARS-COV 2

Interacción del virus con la proteína ACE2 de nuestras células

VACUNAS CONTRA EL SARS-COV2

El cuerpo tiene muchas maneras de defenderse contra patógenos (organismos causantes de enfermedades). Cuando un patógeno infecta el cuerpo, nuestras defensas, o sea el sistema inmunitario, se activan, atacan y destruyen el patógeno o lo reducen.

Las vacunas contienen partes atenuadas o inactivadas de un organismo específico (antígeno) que provoca una respuesta inmunitaria en el cuerpo. Algunas vacunas requieren la administración de múltiples dosis a intervalos de semanas o meses. En ocasiones, esto es necesario para posibilitar la producción de anticuerpos de larga vida y el desarrollo de células de memoria. De esa forma, el cuerpo se prepara para combatir el organismo específico causante de la enfermedad y recordar el patógeno para combatirlo rápidamente si ello fuera preciso en el futuro.

En el caso de las vacunas contra la COVID-19, hay dos tipos de vacunas que están teniendo un éxito notable:

– Vacunas Covid con vectores virales: utilizan un virus genéticamente modificado que no puede provocar la enfermedad, pero sí puede producir proteínas de coronavirus para generar una respuesta inmunitaria segura.

– Vacunas Covid con ARN y ADN: un enfoque pionero que utiliza ARN o ADN genéticamente modificados para generar una proteína que por sí sola desencadena una respuesta inmunitaria.

Desarrollar un gran número de vacunas distintas aumenta las posibilidades de que haya una o más vacunas que resulten útiles y demuestren ser seguras y eficaces para los grupos demográficos a los que se pretende dar prioridad.

Vacunas que emplean vectores virales

Esta tecnología usa un virus diferente al SARS-COV2 modificado genéticamente. Una vez que el virus entra en contacto con nuestras células, producirá proteínas del SARS-COV2 y de este modo nuestro sistema inmune producirá anticuerpos que nos inmunizarán frente a futuros contactos.

En este artículo hablaremos de 2 vacunas que emplean vectores virales.

Vacuna Astrazeneca
Estructura de un Adenovirus

Desarrollada por la Universidad de Oxford y los laboratorios AstraZeneca, la vacuna recibió el nombre de Chadox1 Cov-19.

La vacuna emplea una versión modificada de Adenovirus de chimpancé. Los adenovirus son virus muy comunes que nos provocan síntomas similares a los del resfriado.

Para preparar la vacuna, al adenovirus se le agrega el gen de la proteína S del SARS-COV 2 y se le modifica genéticamente para que no se replique en nuestras células, ya que en ese caso podría infectarnos y provocarnos una enfermedad.

Una vez que el adenovirus se introduce en nuestras células, se producirán proteínas S del SARS-COV 2 con el objetivo de que nuestro sistema inmunitario las identifique y produzca anticuerpos para que nos proteja y de este modo estemos inmunizados para futuros contactos con el virus.

La vacuna requiere de dos dosis de 0,5 ml cada una. Las dosis se aplican con una diferencia de entre 4 a 12 semanas. Se ha demostrado que la vacuna presenta un 80% de eficacia.

Vacuna Janssen de Johnson & Johnson

Esta vacuna se basa en una tecnología similar a la vacuna AstraZeneca. La vacuna Johnson & Johnson consiste en un vector de adenovirus recombinante de replicación incompetente que expresa la proteína pico (S) del síndrome respiratorio agudo severo del coronavirus 2 (SARS-CoV-2) en una conformación estabilizada.

Al igual que la vacuna AstraZeneca, tiene la ventaja de que se conserva bien a una temperatura de entre 2 y 8 ºC. Otro punto a su favor es que esta tecnología ya se conocía, pues en junio de 2020 se empezó a emplear para fabricar vacunas contra otros virus, como el del Ébola.

La vacuna de Johnson and Johnson provoca una alta respuesta inmune por parte de nuestro organismo, generándose muchos anticuerpos. Es por este motivo por el que esta vacuna sólo requiere de una dosis de aplicación, algo muy útil en tiempos de pandemia.

Vacunas de material genético: la última revolución

A diferencia de los métodos para diseñar vacunas en los que se utilizan agentes patógenos íntegros atenuados o destruidos o fragmentos de uno, en las vacunas de ácido nucleico solamente se utiliza una secuencia de material genético que proporciona las instrucciones para fabricar proteínas específicas y no todo el agente.

Las moléculas de ADN y ARN son las instrucciones que nuestras células utilizan para fabricar proteínas.

Por medio de las vacunas de ácido nucleico un conjunto específico de instrucciones se inserta en nuestras células, ya sea en forma de ADN o ARNm, con el fin de que estas fabriquen la proteína específica que deseamos que el sistema inmunitario reconozca y contra la que deseamos que se induzca una respuesta.

El método del ácido nucleico es una nueva técnica para desarrollar vacunas. Antes de que comenzara la pandemia de COVID-19 ninguna vacuna de este tipo había superado todo el proceso de autorización para poder utilizarse en seres humanos, aunque determinadas vacunas de ADN, incluidas algunas destinadas a combatir tipos específicos de cáncer, ya se encontraban en la fase de ensayos con humanos.

Las desventajas de este tipo de vacunas es su conservación ya que el material genético es muy inestable a altas temperaturas. Estas vacunas deben mantenerse a unos -80ºC, lo que dificulta su distribución.

A favor de estas vacunas está su eficacia, pues han probado tener una eficacia de más del 90%.

Hay 2 vacunas de ARN muy empleadas en la actualidad y que usan esta tecnología.

Vacunas Pfizer y Moderna

La vacuna de Pfizer fue desarrollada por la empresa alemana Biontech en asociación con los laboratorios Pfizer. La vacuna recibe el nombre comercial de Tozinamerán. Por su parte, la vacuna de Moderna se produjo en EEUU.

Ambas vacunas tienen un concepto similar. Para fabricarlas se envolvió una molécula de ARN del virus SARS-COV2 en burbujas aceitosas compuestas de lípidos, esto ayudaría al virus a llegar hasta nuestras células sin que sea destruido previamente. Una vez dentro de nuestras células, el ARN produce la proteína S del virus, lo que más tarde provocará que nuestro sistema inmunitario las reconozca y genere anticuerpos.

Las vacunas se aplican en dos dosis con 21-28 días de diferencia.

VACUNAS ESPAÑOLAS CONTRA LA COVID-19

Luis Enjuanes

Los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) están desarrollando tres proyectos para lograr una vacuna contra la Covid-19. Uno de los más adelantados es el de los prototipos que dirigen los virólogos Luis Enjuanes, Isabel Sola y Sonia Zúñiga, en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC (CNB-CSIC)

El fundamento de la vacuna es tomar el virus SARS-COV2 y modificarlo genéticamente para que no pueda propagarse por el organismo. Al virus sólo se le mantienen los genes que hacen que produzca ciertas proteínas que pueden provocar síntomas de
COVID. El hecho de que exprese más proteínas, aparte de la S, amplifica la respuesta inmune frente al virus.

Los investigadores han trabajado en una vacuna de administración intranasal, lo que da mayor protección en las vías respiratorias, la principal puerta de entrada del coronavirus, pero las agencias que controlan la seguridad de los medicamentos prefieren la intramuscular, que se ha usado más y es segura. Sin embargo, no es la más adecuada porque induce una inmunidad general en todo el organismo, sistémica, y menos fuerte en las mucosas.

Según las previsiones de los investigadores, la vacuna podría pasar todos los ensayos para el verano de este año 2021, esto es una desventaja ya que hay muchas vacunas actualmente en el mercado. Sin embargo, Luis Enjuanes es optimista pues opina que su vacuna va a estar más actualizada que las anteriores.

Artículo realizado por los alumnos de Anatomía Aplicada de 1º Bachillerato B